El orgullo muchas veces debemos doblegarlo, pero la dignidad jamás; ya que ella enaltece al ser humano y es autorespeto.
Nadie puede obligarnos a que nos infrinjamos irrespeto contra nuestra dignidad humana.
Debemos crecer, muchas veces cambiar, pero tratar de que ese cambio sea para mejorar, y entender de que no hay cambio sin temor o pérdida, y no hay pérdida sin dolor.
Pero si hay que padecer dolor, que sea para recuperar nuestra dignidad y nunca menospreciarla.
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