Una gran amistad sobrevive el tiempo y la distancia. Siempre guarda buena voluntad y deseos genuinos de colaboración desinteresada, porque todo el bien que le sucede a su verdadero amigo es festejado y compartido genuinamente.
La alegría me embarga al saber que a mi buena amiga el amor ha llegado para acompañarla a seguir adelante por los caminos que la vida traiga. He visto la presencia y la esperanza en que el Señor obra por senderos insospechados y que su justicia alcanza a quien bien obra.
Todo llega a su debido tiempo, solo hay que tener constancia y paciencia, este fin de semana he aprendido una gran lección y una vez más he comprobado que el amigo verdadero, aquel que tiende su mano hacia tí, cuando lo necesitas y acude sin condiciones, aquel que obra recto es honesto y sincero, así como un trabajador incansable, buen miembro de familia; Dios le premia y recompensa por sus buenas acciones.
Gracias amiga porque siempre me has escuchado, aconsejado y apoyado en los momentos difíciles,
Que Dios te bendiga y te siga concediendo la felicidad que tanto mereces.
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