Hacer lo que debemos hacer no siempre es fácil, hay momentos en la vida en que para fortalecer el carácter debemos enfrentar duras pruebas. La separación nunca es fácil pero hay momentos en que es sana para permitir crecer y valorar una relación, también para crecer y madurar como persona.
Ser adulto es precisamente eso, valorar nuestros actos y medir las consecuencias de ellos asumiendo responsabilidades. Si se quieren privilegios se asumen las obligaciones.
Ser firme en dejar que nuestros hijos afronten su independencia y la toma de decisiones, no es abandonarlos a su suerte, sino enseñar a que se sepan comportar en un mundo de adultos competitivo y a veces brutal, pero en el que hay que prepararse moral y académicamente, manteniendo hábitos de disciplina y responsabilidad.
Guiar hacia un mejor entorno y dar buen ejemplo, no somos perfectos y cometemos errores pero hay que aprender de ellos y superar los obstáculos, sin hacer daño a nadie pero tratando de amarnos y respetarnos para así respetar a los demás, tener confianza en nosotros mismos para que también los demás puedan hacernos confianza. Afectar positivamente a los demás.
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